A pesar de que la pandemia mundial de COVID-19 parezca lejana, la enfermedad sigue circulando en todo el mundo y, si bien en la actualidad suele pasar como una gripe común, se siguen descubriendo nuevas consecuencias y conexiones con la salud intestinal.
Un estudio reciente ha establecido una conexión entre la salud intestinal y la severidad del COVID-19. Se ha planteado la hipótesis de que una dieta rica en alimentos procesados y azúcares refinados, común en los países occidentales, podría estar relacionada con una mayor virulencia del virus.
¿Qué más dice el estudio?
Heenam Stanley Kim, microbiólogo del laboratorio de interacciones microbianas humanas de la Universidad de Corea, investigó por qué países como Estados Unidos y las naciones de Europa Occidental, con excelentes infraestructuras médicas, han sido severamente afectados por la pandemia. Kim sugiere que la "dieta occidental", caracterizada por un alto consumo de alimentos procesados y azúcares refinados y bajos en fibra, podría estar influyendo en la diversidad del microbioma intestinal. Esta disminución en la diversidad bacteriana ya se había observado en personas con diversas enfermedades.
La investigación explora la hipótesis de que una microbiota intestinal alterada, podría aumentar la gravedad del COVID-19. Pero eso no es todo, según los expertos, una mala salud intestinal podría facilitar la entrada del SARS-CoV-2 en el organismo a través de las células gastrointestinales, empeorando así el pronóstico de los pacientes.
Implicaciones sistémicas
Aunque el COVID-19 se considera principalmente una enfermedad respiratoria, también puede afectar otros órganos como los riñones, el hígado, el cerebro y el tracto gastrointestinal. Algunos estudios preliminares indican que los pacientes con COVID-19 tienen una menor diversidad bacteriana en sus intestinos en comparación con individuos sanos, y un microbioma menos diverso está asociado con una salud general deteriorada.
Estratégias dietéticas… la clave para reducir el riesgo
Kim sugiere que, si se confirma el vínculo entre la mala salud intestinal y la mayor gravedad de la COVID-19, estrategias dietéticas podrían reducir este riesgo. Adoptar una dieta variada y rica en fibra, frutas, verduras y alimentos fermentados podría fortalecer la microbiota intestinal y, por ende, mejorar la respuesta del organismo ante la infección por SARS-CoV-2.
La modificación de la dieta podría ser una de las estrategias preventivas más sencillas y efectivas para mejorar la salud general y reducir la gravedad del COVID-19. Estos hallazgos podrían guiar nuevas recomendaciones dietéticas y terapéuticas para la población general y, en particular, para los grupos de riesgo.
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