"Aparece de repente, casi de una manera violenta. En ese momento siento como si estuviera desconectada de la realidad, como en medio de un sueño, en otra dimensión. Pareciera que estuviera perdiendo el control de todo, y me agarra un miedo terrible” cuenta Juana Martin de 36 años.
“A veces durante el día siento como un motor adentro mío que no para. Es una sensación horrible, como que no pudiera recuperar la calma. Así, voy acelerado por la vida sin recuperar la paz”, confiesa José Pereyra de 40 años.
Los trastornos de ansiedad son parte de la vida cotidiana. La vida acelerada que vivimos, las preocupaciones constantes, están condicionando de tal forma, que -según las proyecciones mundiales- 374 millones de personas los padecen (2019). Según datos de la OMS son más comunes en las mujeres (7,7%) que en los hombres (3,6%). La ansiedad es una reacción emocional normal ante situaciones amenazantes para el individuo.
Los tipos de ansiedad son los siguientes.
- Ansiedad generalizada: se caracteriza por un estado de angustia permanente.
- Trastorno fóbico: aparecen miedos concretos o difusos.
- Trastorno obsesivo-compulsivo, ideas obsesivas o desagradables que normalmente se ven acompañadas con rituales que intentan calmar la obsesión y reducir la angustia. Por ejemplo, lavarse muchas veces las manos, mirar en varias ocasiones si se cerró la llave de gas, etc.
- Estrés postraumático, cuando una vivencia del pasado no elaborada sigue generando ansiedad, debido a que no se logró asimilar la situación a nivel emocional.
A la hora de entender los síntomas de ansiedad, vale la pena detectar los síntomas habituales según los distintos niveles, físico y emocional. Compartimos algunos ejemplos:
Mundo físico: contracturas, temblores, dolores de cabeza, sensación de mareo o náuseas, temblores, incomodidad para respirar, insomnio, dolor de panza, trastornos de alimentación, problemas sexuales, etc.
Mundo emocional: inseguridad, pensamientos catastróficos, preocupación constante, miedos, fobias, dificultad para tomar decisiones, depresión, angustia, sensación de descontrol.
Claves para mejorar la ansiedad
Lograr calmar los síntomas y el problema de raíz es posible si se trata desde distintas esferas. Existen distintos recursos hoy en día para buscar ayuda y sobre todo requiere de paciencia, compromiso y mucha conexión emocional. Es importante tratar de identificar -con la ayuda de un experto- cuál es la causa de la ansiedad o si existe un trastorno psicológico subyacente. Saber qué ha podido generar la situación, permite aplicar un tratamiento más específico y adecuado a nuestra realidad. La terapia psicológica, la meditación o mindfullness, el ejercicio físico, los suplementos probióticos para aliviar el estrés y la ansiedad, los hábitos saludables, abstenerse de tomar alcohol o consumir cafeína, alimentarse de manera sana, tener una vida social activa y conectarse con la naturaleza, son recursos que podemos utilizar para ir recuperando la armonía.